.......
A partir de ahí recuerdo como “el grunge” se iba ganando adeptos como una simple moda musical (que me recordó a la que viví en Madrid cuando la eclosión U2) que nos repelía ya que nos considerábamos a nosotros mismos más auténticos (cosas de adolescentes) porque sabíamos de donde venían todos esos grupos que triunfaba y nos preguntábamos ¿que sería Nirvana si no hubiesen existido los Pixies? …en fin eso nunca lo sabremos.
Nuestro mayor logro consistió en, cual alienígenas, intentar abducir a unos cuantos chicos más (las chicas no tenían demasiado interés en ser diferentes, con esa edad y sobre todo en ese colegio tan “caro” la mayor parte de ellas parecían querer parecerse a cualquier cosa menos a un rockero). Entonces, un día en el recreo (hacíamos COU), apareció JOSE: “¡Hola!, me llamo JOSE” y zarandeó mi mano con la suya. Yo no dije nada, pero pensé; quien será este tío, me extrañaba que un tipo aparentemente tan “niño” pudiera ser amigo de Miki. “¿Venís a jugar conmigo?” nos propuso JOSE mientras debajo del brazo tenía un balón de fútbol, de aquellos que a mi antes me gustaba tanto patear. “No puedo jugar contigo” le dije emulando al zorro de El Principito “no estoy domesticado”. “¿Que significa eso?” preguntó JOSE, pero esta vez mirando a Miki con cara de asombro. “Es una cosa demasiado olvidada ya... significa crear lazos” le dije sin saber muy bien por que. Y él, sin decir nada más, salió corriendo y botando la pelota como si fuese de baloncesto. Miki comentó que no le gustaban las chicas y yo pensé que a lo mejor se sentía como yo, diferente a los demás pero de otra forma...resultó ser una de esas bromas pesadas que a Miki le gustaban tanto, de esas que a mi no me gustan. Lo importante es que tuve la suerte de conocer al “niño” que tenía JOSE en su interior y de hecho creo que por eso es uno de mis mejores amigos, no conozco a nadie como él hay tanta gente que le considera su mejor amigo.