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Es curioso que este escribiendo esto en uno de los días más raros de mi vida, no solo por la decisión tomada, llamémoslo otra vez barbecho, sino porque desde mi ventana estoy viendo todo nevado y eso es algo que aquí no había visto nunca y espero que no tenga que ver con nuestra decisión… nunca se sabe.
En fin, ya veremos cuando volvemos a grabar pero a lo mejor ya tenemos nuevo disco mientras lees esto. Lo importante es que seguimos evolucionando (y espero que no pare nunca) aunque quizá el mobiliario básico del interior de mi mente ya no cambiará con la velocidad que lo hizo en los años en los que he repasado mi “crecimiento” personal y como músico y fan de la música “popular”. Espero no haberte aburrido demasiado, mis dotes como cantacuentos están más desarrolladas que las de cuentacuentos y si, animado con este relato, me inicio en el mundo de la literatura no será escribiendo críticas musicales porque debe de ser muy complicado juzgar a alguien, supongo que es más fácil que juzgarse a uno mismo y en ese sentido estoy muy satisfecho con lo que hemos hecho. Por cierto, añado que juzgar (valga juzgar por criticar) la música en sí misma es inútil porque “escribir o hablar de música es como bailar de arquitectura”, algo así me dijo Toni que decía Zappa.

(Palma, Enero 2005)