Tuesday, June 13, 2006

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Tengo que reconocer que el efecto que las canciones de Sexy Sadie han causado en nuestro público me ha contagiado una especie de responsabilidad. No defraudarles es, en cierta forma, algo que nunca pensé que me pudiese afectar aunque tengo asumido que nunca podré escribir una canción pensando en si va a gustar o no, y de la misma forma nunca podremos ensayar alguna idea nueva en el local pensando en cuantos discos venderemos con esa canción… por cierto dentro de poco no hablaremos de discos vendidos sino de descargas (ilegales o no)… El caso es que he llegado a una conclusión, lo único que puedo hacer en mi situación es asumir la suerte que he tenido de estar donde estoy y responsabilizarme de todo lo que conlleva estar en un grupo como el que me ha tocado estar de una forma “profesional” (no me gusta este termino porque suena a que es un trabajo). Pero las canciones y la manera en que las tocamos son como son, la materia prima es esa para bien o para mal.
Lo esencial, como moraleja (me encantan las fábulas) no suele ser visible a los ojos porque no se ve bien sino con el corazón y que nunca hay que confundir “una boa digiriendo un elefante con un sombrero”. Esta idea no solo es para mí una filosofía de vida sino que, en cierta forma, describe muy bien el tipo de música que me gusta oír, tocar y crear... como ya más o menos he descrito, es creatividad, nunca se me habría pasado por la cabeza que llegásemos a venderla pero ahora que la vendemos sigo sintiendo lo mismo, no veo la gracia en hacerla por o para venderla y mucho menos para ser famoso, ¡que horror!.
Pero bueno esto no es más que otra de tantas cosas que han hecho que piense así sobre la música y que a través de unos cuantos recuerdos estoy intentando describir. No quiero entrar (porque, por suerte, esto no es una novela) en lo que han sido estos últimos 5 años de mi vida pero el grupo lleva unos cuantos años ya consolidado ( en lo musical y en lo “fraternal”) con un amigo como Jaume Gost (nos grabó la primera maqueta y tocaba en el mejor grupo de los 90 en Palma; Los Crudos) y Carlos Pilán (entrañable personaje que apareció de la nada y al cual mereció la pena conocer y darle la oportunidad de conocernos, aunque parecía arriesgado al principio pero es un gran músico que ha crecido con nosotros en todos los sentidos).

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