DESPEDIDA Y CIERRE

Este relato lo escribí durante el mes de Enero de 2005 sentado en la silla que se ve en la foto (por cierto, me llevo más horas de las que pueda parecer). Lo único que intente reflejar es "el cómo y el por qué" me encontré dentro del mundo de la música... o al revés.


Gracias a vosotros (seguidores del grupo) y sobre todo a los que forman parte del relato.

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Es curioso que este escribiendo esto en uno de los días más raros de mi vida, no solo por la decisión tomada, llamémoslo otra vez barbecho, sino porque desde mi ventana estoy viendo todo nevado y eso es algo que aquí no había visto nunca y espero que no tenga que ver con nuestra decisión… nunca se sabe.
En fin, ya veremos cuando volvemos a grabar pero a lo mejor ya tenemos nuevo disco mientras lees esto. Lo importante es que seguimos evolucionando (y espero que no pare nunca) aunque quizá el mobiliario básico del interior de mi mente ya no cambiará con la velocidad que lo hizo en los años en los que he repasado mi “crecimiento” personal y como músico y fan de la música “popular”. Espero no haberte aburrido demasiado, mis dotes como cantacuentos están más desarrolladas que las de cuentacuentos y si, animado con este relato, me inicio en el mundo de la literatura no será escribiendo críticas musicales porque debe de ser muy complicado juzgar a alguien, supongo que es más fácil que juzgarse a uno mismo y en ese sentido estoy muy satisfecho con lo que hemos hecho. Por cierto, añado que juzgar (valga juzgar por criticar) la música en sí misma es inútil porque “escribir o hablar de música es como bailar de arquitectura”, algo así me dijo Toni que decía Zappa.

(Palma, Enero 2005)

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En fin, es justamente esta semana en la que estoy acabando esta historia cuando nos estamos planteando parar un poco, nos hemos reunido para hablar y decidir “¿y ahora qué?”. Y es que después de haber sacado “Lost & Found” (¿por qué se llamará así?) llevamos dos años de gira en la que habremos hecho más de 100 conciertos, despegando y aterrizando unas 500 veces, recorriendo miles de kilómetros por carretera ( con todo lo que ello conlleva ) y ensayando 4 o 5 veces por semana. Ahora, después de registrar en DVD uno de esos conciertos, ¿Qué vamos a hacer?... pues descansar y componer canciones tranquilamente y tocar poco o muy poco.
Cuando nosotros quedamos para hablar, sin instrumentos de por medio o sin nuestras parejas o sin nuestros técnicos o manager o discográfica, suele ser para tratar algún asunto feo, a veces para hablar de números (y a veces son rojos). Pero ahora, a lo mejor por lo que contaba antes de la “profesionalidad”, nos notábamos un poco “quemados” (reconozco que no encuentro un sinónimo más bonito) y en la reunión nos rondaban en la cabeza términos, similares entre sí pero con diferente significado, como insistir o desistir; pararnos o separarnos, etc… aunque ninguno de nosotros se atrevió a decirlas porque las frases: “Vamos a hacer un barbecho” y “a tomárnoslo otra vez como al principio…” o “no nos tenemos que preocupar por nada, solo disfrutar nuestros ensayos”. Me hizo ver que seguimos disfrutando de lo que hacemos y mantener ese espíritu puro es difícil pero no imposible, y aunque a todos nos ha parecido una parada muy en seco y nos ha asustado la idea de cambiar nuestra particular forma de vida, creo y creo que creen que merece la pena porque nuestra música y nuestra amistad quedará a salvo.

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Tengo que reconocer que el efecto que las canciones de Sexy Sadie han causado en nuestro público me ha contagiado una especie de responsabilidad. No defraudarles es, en cierta forma, algo que nunca pensé que me pudiese afectar aunque tengo asumido que nunca podré escribir una canción pensando en si va a gustar o no, y de la misma forma nunca podremos ensayar alguna idea nueva en el local pensando en cuantos discos venderemos con esa canción… por cierto dentro de poco no hablaremos de discos vendidos sino de descargas (ilegales o no)… El caso es que he llegado a una conclusión, lo único que puedo hacer en mi situación es asumir la suerte que he tenido de estar donde estoy y responsabilizarme de todo lo que conlleva estar en un grupo como el que me ha tocado estar de una forma “profesional” (no me gusta este termino porque suena a que es un trabajo). Pero las canciones y la manera en que las tocamos son como son, la materia prima es esa para bien o para mal.
Lo esencial, como moraleja (me encantan las fábulas) no suele ser visible a los ojos porque no se ve bien sino con el corazón y que nunca hay que confundir “una boa digiriendo un elefante con un sombrero”. Esta idea no solo es para mí una filosofía de vida sino que, en cierta forma, describe muy bien el tipo de música que me gusta oír, tocar y crear... como ya más o menos he descrito, es creatividad, nunca se me habría pasado por la cabeza que llegásemos a venderla pero ahora que la vendemos sigo sintiendo lo mismo, no veo la gracia en hacerla por o para venderla y mucho menos para ser famoso, ¡que horror!.
Pero bueno esto no es más que otra de tantas cosas que han hecho que piense así sobre la música y que a través de unos cuantos recuerdos estoy intentando describir. No quiero entrar (porque, por suerte, esto no es una novela) en lo que han sido estos últimos 5 años de mi vida pero el grupo lleva unos cuantos años ya consolidado ( en lo musical y en lo “fraternal”) con un amigo como Jaume Gost (nos grabó la primera maqueta y tocaba en el mejor grupo de los 90 en Palma; Los Crudos) y Carlos Pilán (entrañable personaje que apareció de la nada y al cual mereció la pena conocer y darle la oportunidad de conocernos, aunque parecía arriesgado al principio pero es un gran músico que ha crecido con nosotros en todos los sentidos).

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Unos años después grabamos otro disco e hicimos otra gira y, como si de un dejavú se tratase, repetiríamos aquella situación tan angustiosa cuando Jose decidió que había llegado la hora de cambiar de vida, cosa que a todos se nos pasaba por la cabeza de vez en cuando. Aunque para nosotros la vida era (y es) contemplativa, como si no fuésemos parte de la sociedad, como si la estuviésemos viendo en la tele o como si sobrevolásemos por encima del resto de la gente ..., es difícil de explicar por qué,pero comprendíamos a Jose y tampoco tuvimos palabras. La decisión, como en la anterior ocasión, fue continuar por él (si algo le hubiese dolido más que dejar el grupo eso hubiese sido la desintegración total) y por nosotros mismos, ya que aún sin él nos veíamos capaces de continuar “viajando” en nuestra nave durante unos cuantos años más.

El hecho de llegar a vender discos y a tener público en los conciertos me sorprendió mucho en su momento pero me di cuenta de que tenía que superar mi timidez y mis pocas ganas de ser “conocido” y menos de ser famoso. Al principio solo abrir los ojos y cantar mirando al público a la cara me parecía imposible, simplemente me daba vergüenza… pero he llegado a creer en lo que hago (mejor dicho en lo que hacemos juntos) lo suficiente como para no disimular mis emociones y disfrutar los conciertos como un fan más que ha saltado al escenario de repente (como el día en que por primera vez cogí un micrófono en aquel local), supongo que tiene que ver con lo de escuchar los discos como si no los hubiese hecho yo. De todas formas me llama mucho la atención ver que tanta gente lo daría todo por salir en la tele y ser famos@. Si al menos volviesen a ver “Pinocho” (la película claro) para recordar que se puede acabar como un títere cuando no tienes a “Pepito Grillo” a tu lado, porque un zorro te puede engañar y hacerte parecer la fama como lo único que importa como en ese programa de TV en el que manipulan “artísticamente” a unos cuantos jóvenes (seleccionados de nosecuantos miles). Pensé que era una buena idea porque así la gente podría ver como se lleva a un “artista” a la cumbre, mediante la manipulación absoluta de todos sus movimientos y notas musicales (por otro lado sin ningún fondo) con lo que la credibilidad de este tipo de grupos y artistas (que casualmente acaparan las listas de ventas) se iba a ir al garete y nadie querría comprar esa música como si fuese comida rápida... a lo mejor preferirían comer mejor e ir a los restaurantes a buscar discos hechos con amor, artesanalmente y con ingredientes frescos ,es decir, no congelados. Nada más lejos de la realidad, los humanos me volvieron a sorprender, lo que ocurrió (como todos sabéis) es todo lo contrario, ahora que han podido ver como se les tomaba el pelo... ¡ahora les gusta más! creo que el público, el mundo en general, no se toma la música en serio y ahora lo entiendo porque he aprendido algo sobre la entropía, además yo no me tomo en serio otras cosas.

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Grabamos otro disco que llamamos “Onion Soup” aunque estuvo a punto de llamarse “ The onion ring soup and the sex shop face” lo cual tiene una explicación evidente y es que mi intención de cambiar de aires todavía no había calado demasiado en ninguno de nosotros. Así seguíamos hasta que un día y casi por sorpresa Miki nos dice que prefiere ir por su lado, en su propia nave, dice algo así como: “Creo que soy un lastre para vosotros pero vosotros lo sois para mí también, así que mejor me apeo del grupo...”.
Los 3 nos quedamos sorprendidos, no solo por el hecho de lo que dijo sino porque en cierta forma creíamos que tenía razón, con lo que lo único que acerté decir fue: “Bueno, vale...Supongo que es el fin del grupo”, dije pensando en que ya hablaríamos eso más tarde, total, a esas alturas del viaje la nave apestaba a alcohol y drogas y solo habíamos grabado dos discos, algo tenía que pasar... Al día siguiente nos vimos Toni, Jose y yo en un bar donde, mientas rulábamos algún cigarro, hablamos sobre que íbamos a hacer. Jose dijo “No sé...”, y yo dije “ yo tampoco...” y los dos miramos a Toni que dijo “ y yo que sé...”, y los tres nos arrancamos a la vez a hablar con frases del tipo: “Que coño vamos a seguir solo los tres !”,”Total para que nos vamos a cambiar de nombre... si ...tal y cual”, “Además, a él le gustaría que siguiésemos adelante”... pues decisión tomada, manos a la obra, lo primero que hicimos fue limpiar la nave y a tocar. Compusimos 14 canciones para un disco que se llamó “It´s beautiful, it´s Love...” y que nos sorprendió a nosotros mismos y por lo visto al público y a la prensa también.

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Teniendo en cuenta que el grupo no era casi conocido en el mercado independiente, o lo que es lo mismo, no teníamos un puto duro y mis padres (no sin razón) ya habían intentado echarme de casa en alguna ocasión...decidí, yéndome a Londres a buscarme la vida una temporada, que lo mejor para sobrevivir era equilibrar una vida “normal” con la música y los viajes y los conciertos y sobre todo decidí que ciertas drogas no me iban a ayudar demasiado y lo mejor era suprimirlas. Así que salte de una isla a otra como si de asteroides se tratara en el libro que me ayuda en esta (mi) historia. En esa época no sabía que quería ser de mayor, solo sabía lo que no quería ser y entre otras cosas era “El Mercader”; que solo quiere vender píldoras para aplacar la sed con el único propósito de ahorrase el tiempo que se dedica a beber (¡que negocio tan raro!). Me veía a mi mismo en particular y al grupo en general más identificado con el propio Principito que simplemente aprendíamos que el negocio de la música es como un desierto, pero ¿no es lo más bonito del desierto el hecho de que esconda un pozo?
Regresé de Londres nueve meses después bastante mejor de lo que me fui pero lo más importante de ese viaje es que encontré la mujer de mi vida (me encanta esta expresión). Con Sonia comparto todo y me ha ayudado a conseguir ese difícil propósito de equilibrar como un malabarista la música y el mundo que la rodea y mi forma de vivir la vida con ella y con mi hija. Con ellas tengo la suerte de vivir los momentos más bonitos y además al poder tener la música, no solo como forma de evitar un trabajo “normal”, sino como mi gran ilusión hecha realidad me hace sentir que soy demasiado afortunado como para estropearlo… pero en esa época todavía no lo entendía ni me podía imaginar lo que hemos llegado a crear entre los dos, pero eso también es otra historia.

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....................En 1993 .....................


La cuestión es que se nos ofreció firmar un contrato discográfico que por supuesto firmamos sin leer nada o, mejor dicho, leyéndolo por encima y confiando en que era una buena oportunidad. Aunque ahora que lo veo desde la distancia y con la experiencia creo que tuvimos suerte al caer en manos de alguien como CARLOS (Subterfuge) que actuó guiado por el corazón y no como uno de esos hombres de negocios tan serios que siempre tienen mucho trabajo y que, sin saber porque, no paran de contar estrellas... “” ¿y para qué?, me pregunto. “Pues para ser rico y comprar más estrellas” me responde el hombre. “¿Y para qué te sirve ser rico?”, “Pues para comprar más y más estrellas, contarlas y recontarlas...”, afortunadamente a nosotros no nos trataron como a una “estrella” más (ni de esas ni de las del rock, porque no lo éramos ni lo queríamos ser), pero eso no lo sabíamos entonces. Fue el comienzo de una larga relación que como en las de pareja ,por ejemplo, el respeto mutuo ha sido lo más importante.
En Septiembre de 1994 cuatro chavales que casi no sabían tocar graban sus poco pretenciosas canciones con el productor Paco “Loco” en un estudio de Gijón al que llegaron desde Mallorca en un Renault 9. Creo que cuando lo acabamos y escuché In the water me di cuenta de que podía realmente componer una canción, con solo unos acordes y tararear inventándome alguna melodía, descubrí algo más bonito aún que el simple (o no tan simple) hecho de escuchar las canciones de los demás, o que el complejo (o no tan complejo) hecho de tocar las canciones de los demás… es una especie de experiencia mágica por la que, una vez acabada y grabada la canción, se convierte en algo que disfrutas tanto como si no fuera tuyo, que no es poco.

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Jaime (Sonca), yo, Miki y Jose Luis en 1992

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Así que cuando nos paseábamos por el colegio, con nuestras “patillas” y nuestra pinta de raros, sentíamos orgullosos que realmente éramos muy, pero que muy diferentes del resto de la gente, y tarareábamos: “ I´m not like everybody else!” de los Kinks cuando lo normal era oír a los terrícolas tararear “She´s got the look” de Roxette o lo que es peor” ¡Un pasito palante María!” de no se que cantante que estaba muy bueno y movía el culo muy bien. Pero no todo estaba poblado por esos seres raros que escuchaban la música que salía de sus aparatos de radio con “listas”, “fórmulas”, “anuncios”, y lo peor de todo... sin ningún contenido... por fortuna para nosotros descubrimos que había grupos en la península haciendo cosas muy interesantes y una tal Radio3 donde podíamos descubrir música hecha desde el corazón con variedad de estilos y sin “anuncios”. ¡No estamos solos!, incluso en la isla había un pueblo llamado Muro en el que había un sitio llamado “Malafama” que era como si te hubiesen tele-transportado a Seattle. Allí tocamos creo que 5 o 6 veces en nuestros primeros años.
TONI ya había aparecido en nuestras vidas alucinándonos con su forma de tocar la batería con 16 años y teniendo en cuenta que era el primer y único fan que teníamos decidimos que era lo que necesitábamos, además con sus pies tocaba el suelo más que cualquiera de nosotros con 22... Lo cual me recuerda que hace dieciséis años yo tenía dieciséis años, y Toni diez... Bueno como el tiempo pasa, como pasa el tiempo, resulta que en nuestra nave seguíamos viajando, componiendo canciones, tocando en escenarios de todo tipo, conociendo diferentes formas alienígenas y a veces, con suerte encontrábamos unos cuantos humanos con los que intercambiar ideas... hasta que, tampoco entiendo bien el cómo ni el porqué, alguien que formaba parte de un jurado de un concurso de pop-rock escuchó nuestra maqueta aunque no tuvo nada que ver en que el tercer premio nunca lo llegasemos a cobrar (el primero “Black cats” y el segundo “Los Crudos” también fueron timados pero eso es otra historia…).

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(mi primera guitarra eléctrica, 25.000 pts)
Mis ojos recuperaron su color blanco, y me quedé mudo. ¡Yo creía ser uno de los pocos que los conocía!, y el único, además de Miki, que los admiraba. Así que me sorprendió tanto como a ellos el que yo les dijese, de lo más normal; “Por supuesto, ¡más de una!”. Fue en ese momento cuando supimos ellos y yo que volvería cada tarde a ese local.
Unos meses después, aproximadamente pasaron cuatro, me echaron de mi primer y penúltimo grupo porque yo estaba con ganas de tocar la guitarra eléctrica que me había comprado. Yo solo quería intentar cantar y tocar a la vez pero a ellos “imitar” la formación de los Ramones era lo único para lo que se reunían en ese local, supongo que también influyó que mido unos treinta o cuarenta centímetros menos que Joey... sea como fuese, no me sentó mal (y esto, como el resto de esta historieta, es rigurosamente cierto) porque el proyecto Sexy Sadie ya se estaba gestando. De hecho empezaron a ensayar sin mí con otro colega a las baquetas, Sonca sería el cuarto miembro de la expedición a ninguna parte, otro buen amigo al que la música también le llenaba pero quizá la absorbía tanto que no conseguía sacarla con la misma intensidad porque aunque no pasaría mucho tiempo, o también puede ser que pasase rápido, después de un par de maquetas nos dejó y se fue lejos, de asteroide en asteroide. Hacer un grupo con mis amigos era lo que yo quería, aunque tocábamos peor nos lo pasábamos mejor (lo único que queríamos era tocar), lo que nos llevó a los cuatro a emular a nuestros ídolos del rock e intentar crear canciones como último y principal objetivo para disfrutar de la música desde su interior. Pero antes teníamos que aprender a tocar claro.

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A pesar de que mi experiencia era solo la que ya comentaba; cantar en el salón, cuando no había nadie en casa, con el equipo HI-FI de mis padres a todo volumen y lo de los lápices que contaba al principio, es decir muy poca y por supuesto solo sabía tocar con mi guitarra los acordes RE LA MI que me había enseñado Miki... y también a pesar de tener ya en mente lo de tocar con él y Jose, la primera ocasión de formar parte de una banda de rock llegó cuando Pepe (no recuerdo bien como le conocí pero se que cuando quedábamos solo hablábamos de música) me llevó al ensayo de un grupo de amigos suyos a beber cerveza y escuchar sus versiones instrumentales de los Ramones porque no tenían cantante. Allí lo pasé genial supongo que parecía un niñato con acné que tosía al fumar y también supongo que es lo que era en realidad. En cualquier caso, no se si por el efecto del alcohol o del humo tenía ganas de coger ese micrófono oxidado que nadie se atrevía a enchufar porque daba calambre y cantar lo que fuese. Así lo hice gracias a que hacía rato que mi vergüenza se había ido a casa sin mí y a nadie pareció molestarle mi “valentía”, de hecho me animaron diciendo cosas del tipo: “No lo haces tan mal...” o “Si te supieses las letras...”. Hasta que llegaron aún más a mis entrañas cuando me preguntaron; “¿te sabes alguna de los Pixies?”